martes, 6 de septiembre de 2016

El Monumental Cine Hidalgo


Por el Ing:


Hablar del Cine Hidalgo es hablar de una simbólica historia, saber la concepción de lo que fue considerado en su momento, como la sala cinematográfica más grande de México y la joya de los cines; se erigió como recomendación del Ing. Jaime J. Merino. Inició a realizarse en el año de 1955 cuando el Sr. Walterio Adam Meister trató las propiedades que en conjunto fue la zona de edificación, con los señores Othón Bock y Don Ramón Delgado.


El primero de 110,000 m2 y el segundo de 10,000 m2, ambos sumaron 120,000 m2 en la cantidad de $400,000 cerrándose ambas tratos el 29 de Octubre de 1955. En esa época, Adam Meister era presidente de la comisión de cine y Agustín Espinosa Torres, Secretario General del ejecutivo de la secc. 30 del Sindicato Petrolero.

Walterio fue ciudadano alemán, llegó a Tampico después de la expropiación, de ahí trabajó en los puertos de Tuxpan y Tecolutla con la compañía Winberg en la época del llamado Oro Verde, cuando se exportaba el plátano que se dio en este enorme valle que se extiende hasta el kilometro 31; este célebre personaje llegó a la Petromex al solicitar su trabajo como intérprete, en esa congregación cuando se adquirió un generador de luz y el manual de instalación y operación estaban en alemán; desde Tuxpan llegó y lo tradujo, lo echó a andar y después fue contratado para operarlo y días después fue contratado en el taller eléctrico.

Walterio Adam y el tesorero, Eleazar Pulido, siguiendo el consejo del Ing. Jaime J. Merino, vendieron parte del terreno a una inmobiliaria con notable sobreprecio al difundirse la noticia del cine y su magnitud; la operación fue en un 1, 000,000 de pesos de aquellos años, dinero suficiente para levantar el casco del recinto; el Arq. Angel Landa y Cuevas, realizó el proyecto que en el plano se veía monumental; en febrero de 1957 inició entre el asombro y expectativa de muchos la obra al eliminar cientos de matas de plátano; después vino la limpieza para el trazo, excavación, cimentación y el izamiento de muros intrincados entre columnas de hormigón, así, muy ágil la obra negra se fue desplantando bajo la mirada cotidiana de Walterio, el Ing. Merino, Agustín Espinosa y Eleazar Pulido.

Los altos andamios de madera de la Compañía constructora “Comsa” destacaban en el cielo y denotó sorprendentemente la colosal sala para cine, desde esos días era evidente lo monumental, le decían en aquellos momentos “El Cine Nuevo”, construcción cercada de ámplios platanales en la Colonia México. El costo elevadísimo de la obra fue minando las cuentas de la comisión de cine, después vinieron los créditos bancarios y más tarde el apoyo de la tesorería; así los secretarios generales de la Sección 30: Agustín Espinosa Torres, Felipe Castillo Morales, Eleazar Pulido Valdez, Gabriel Cesar Trejo Ferral y Don José Viñas Zunzunegui agregaron su esfuerzo a la edificación de lo que sería el orgullo de la Sección 30.

En tanto Walterio Adam Meister continuaba entregado a la obra, en el año de 1959 Gabriel Cesar Trejo Ferral fue electo Secretario General y ratificó a este dinámico personaje en la Comisión de Cine; en 1960 el Sr. José Viñas Zunzunegui alcanzó la Secretaria General y nombró la Comisión de Cine con nuevos representantes; Presidente Sr. Agustín Espinoso Torres, Tesorero Don Sabás Herrera Araiza y al Sr. Anastasio de la Cruz Cuervo como Vocal, que recibieron la edificación por parte de la constructora “Comsa” terminada en obra negra como primera etapa, quedaba concluir el revestimiento; butacas, pantalla equipo, alfombras, baños, pórtico y fachada entre otras cosas, con la tesorería muy agotada por la obra.

El Sr. Viñas Zunzunegui ordenó el presupuesto para concluir el cine, alcanzó un poco menos de un millón de pesos; consiguió un préstamo y ordenó la liquidación de los accesorios faltantes para no desviar el uso del dinero, con esto el cine tomó en pocos días forma; el plafón y las luces instalados de inmediato dieron inigual majestuosidad; después se colocó la pantalla, un ingente área blanca que ponderó la sala por encima de todo; pocas salas tenían lo opción de proyectar “películas con formato 70 mm”; aquella extraordinaria innovación usada en los años 60´s para películas de extensos paisajes y filmes de aquella época, silueta que fue moldeando la más bella sala cinematográfica del país.

Una cosa lleva de la mano a la otra, se instalaron estratégicamente cuarenta bocinas de audio cuadrafónico, técnica que fueron los primeras adelantos que reformó el sonido, este posee cuatro canales de salida, perfil que Sabás Herrera Araiza, tesorero y encargado de el vestimento del recinto cinematográfico procuró alcanzar el máximo nivel de calidad y lo logró, pues los que asistimos a la sala a los distintos eventos disfrutamos de aquel sonido de ensueño.

Estos sistemas fueron parte una sala con una capacidad descomunal con 2 860 butacas totalmente cómodas, forradas con un paño de excelente calidad, de total ergonomía y alineamiento que permitió disfrutar con facilidad la proyección desde cualquier posición del interior; lo asombroso de las butacas que en planta dejaba ver un figura equilibrada, el desnivel que sirvió de entrepiso donde llagaban las escalinata interiores admitió elegir descender hacia el foro o a subir a la parte superior; asientos que permitían disfrutar de programas prolongados con el control de la temperatura del aire acondicionado.

La seguridad fue un punto de vital importancia; la sala contó con red hidráulica de contra incendio; las vitrinas lucían la clásica letanía “Rompa el vidrio sólo en caso de Emergencia”, dentro los extintores, en otros puntos las mangueras de lona y su válvula; las salidas de emergencia para el desahogo rápido tuvieron cuatro puntos más del acceso; en el estrado del entrepiso una puerta en cada lado permitió una salida en estampida con rapidez, misma situación en la parte baja, junto al foro. ¡Que recuerdo!, si que era una señora sala.

Otros servicios que vistieron con galantería al cine fueron los sanitarios; en una clara proporción a la audiencia total, estuvieron en la parte baja del entrepiso para ambos sexos, el sistema de agua siempre respondió y permitió que estos siempre estuvieran limpios, como los de casa; el estacionamiento cubrió una área desde la fachada frontal hasta el boulevard, es decir dónde está la tienda de auto servicio; existieron dos taquillas entre el amplio pórtico; algo que lo distinguió a los demás fue que en su marquesina nunca existió anuncio luminoso para promover las funciones, todo respaldado con una planta emergente generadora de luz que garantizó las funciones o eventos.

Dentro del enorme hall la tradicional dulcería, con dulces con marcas de prestigio y excelsa calidad, se podían comprar las exclusivas barras de chocolate rellenas de nuez o cacahuate, los pistaches, gomitas y pasas cubiertas de chocolate, los imprescindibles cacahuates tipo japoneses y las infalibles palomitas recién salidas de la sartén mecánica; pero la más añorado es el pan de rollo relleno de manjar acompañado de una coca cola de presentación chica, fórmula infalible cuando se andaba quedando bien o cimentar una relación sentimental, ¡vaya que funcionaba!

Cuando todo parecía listo y la majestuosidad se había realizado, faltó un sólo pendiente; las cortinas, pero no sólo eso, se había agotado el presupuesto con el agregado que también estaba al tope la capacidad de créditos bancarios, pero en todo lugar hay héroes, Don Sabás Herrera percibió a un asiduo cinéfilo del cine Teatro Social, el Sr. Martín del Campo, gerente del Banco Comercial Mexicano, a quien le solicitaron un préstamo por 100,000 pesos, pero este no fue autorizado a la comisión de cine, amigablemente les ofreció un préstamo por la mitad solicitada para Don Agustín Espinosa Torres y la otra para el Sr. Sabás Herrera Araiza; el aval fue cruzado, uno se lo dio al otro y viceversa, sabia decisión; en 15 días llegó un señor de apellido Espirito, experto en lienzos, colocó 3 juegos de cortinas que corrían a base de un sistema electromecánico, que fue otro espectáculo aparte. ¿Quién de aquella época no lo recuerda?

De esta forma concluyó la edificación de una sala cinematográfica de vanguardia, cuyo sello fue el glamur y grandiosidad, el más grande del país en su tiempo que alguna vez fue calificado como el mejor cine de todo México. Fue inaugurado con el nombre de “Cine Hidalgo”, en memoria al Padre de la Patria, el 18 de Marzo de 1960, después vino la cinta cinematográfica del momento, “The South Pacific” multi galardonada por las academias de cine en el mundo; película musical que puso de inmediato a prueba el sofisticado sonido y conmovió a los presentes con la calidad que nunca habían tenido en esta ciudad. Fue un halago total para los trabajadores José Viñas Zunzunegui y los comisionados de cine: Agustín Espinosa Torres, Sabás Herrera Araiza y Anastasio de la Cruz Cuervo haber alcanzado este superlativo logro.

Las carteleras posteriores presentaron películas que miles de habitantes vieron por primera vez, los largo metraje de primer nivel como: Ben Hur, Romeo y Julieta Espartaco, Amor sin barreras, Lo que el Viento se Llevó, Ana de los 1000 días, El Bueno, el Malo y el Feo, La Agonía y el Éxtasis, Lawrence de Arabia, Zorba el Griego, Los Cañones de Navarone, El Gran Escape, Doce del Patíbulo, entre otros filmes; joyas ilustres de la cinematografía universal y legendarias con arreglos musicales como: La Guerra de las Galaxias, El Padrino, Butch Cassidy, El Doctor Zhivago, Cabaret, La novicia rebelde, La Aventura del Poseidón y Woodstock, que se recuerdan con gran nostalgia y evocación.

Otros eventos que engalanaron el recinto fue el 18 de Marzo de 1961, cuando fue Secretario General el ex Diputado Emilio Salgado Zubiaga; contrató a la Orquesta Sinfónica de Jalapa del director, maestro Luis Ximénez Caballero que dio el primer concierto magistral en la sala; las 2,860 personas que asistieron se deleitaron con la acústica al escuchar el repertorio de los extraordinarios maestros nacionales e internacionales. A falta de la inolvidable Cancha Bermúdez, las graduaciones se llevaron a cabo en ese recinto; de igual forma se presentaron en ese mismo sitio las inolvidables “Caravanas de Estrellas Corona”, Festivales de Cine Mexicano, donde se exhibieron películas mexicanas de ese lapso dentro de este maravilloso evento cinematográfico.

Una Anécdota: dentro del histórico cine fue el 14 de Agosto de 1966, aquel triste día cuando se dio la explosión de la refinería “Nuevos Proyectos”, fue tal el estruendo que las ondas sonoras y el movimiento que cimbró la tierra quebraron los cristales del pórtico, causando un tremendo susto a las personas que fueron a ver la cinta cinematografía “Sodoma y Gomorra” que recrea la historia bíblica de la destrucción de estas ciudades pecaminosas y la devoción Cristiana.

El Recinto se utilizó para asambleas sindicales desde que se inauguró; el primer acto fue la toma de posesión como Secretario General de Emilio Salgado Zubiaga
recibió de José Viñas Zunzunegui; después, en 1970, Heriberto Kehoe Vincent tomó posesión también como Secretario General de la Sección 30 del STPRM; en el actuó después del acto protocolario el compositor Armando Manzanero, que interpretó lo mejor de su repertorio en un recital que duró una hora y media; el lleno fue absoluto donde se exaltaron las emociones. Empero, no es de soslayar la matiné dominical, las nuevas generaciones tendrán presente la proyección de cintas nacionales donde el héroe indiscutible fue Santo el Enmascarado de Plata.

La dimensión del cine de la Colonia México fue una fijación de muchos personajes de la política nacional, al no resistirse la curiosidad de conocerlo, dese Don Fidel Velázquez, líder de la “CTM”, el Director de Petróleos Mexicanos Ing. Pascual Gutiérrez Roldán y el sub director Lic. Práxedis Balboa Gojón, Raúl Ortin líder de los empleados cinematográficos, a quienes se recuerdan en esta travesía por el tiempo pasado, de cintas que hoy son auténticos clásicos y el cine Hidalgo que ya no está más entre los cinéfilos de Poza Rica; se devela una historia olvidada, una realidad que ya no existe tras haber sido sustituidas por la vorágine de los tiempos modernos y la trivialidad atroz, ya no existe más el Monumental “Cine Hidalgo”.

Pero "El Hidalgo” indudablemente fue monumental, por su tamaño y por su gala, las butacas muy cómodas y acojinadas, los altos muros sosteniendo las bocinas con una distribución estratégica, el cortinajes de tablones plisados y los enormes velos, el telón corredizos frente a la fabuloso la pantalla, la iluminación indirecta que nos dejaba en la semi-penumbra de la gran sala, predominaba el color verde; no era elegancia oropelesca si no por el contrario, modernista que daba sensación de futurista, en medio de los enormes muros laterales bajo de la pantalla, estuvo el foro donde caían los juegos de luces que nos dejaba extasiados, denotaba que estábamos viviendo anticipados al tiempo, ¡tiempo que ya se fue!.







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