jueves, 25 de agosto de 2016

La Esquina Que Domina

Un Estilo de Comercio en el pasado de Poza Rica

Aquel territorio convirtió en una zona residencial, Poco a poco pasó a ser una área comercial atiborrada de cafeterías de chinos, taquerías, cacahuateros, galerías de trabajos manuales o artesanales, vendedores de figuras de vainilla, los grupos de música folclórica o latinoamericana, los
papantecos ataviados con ropa de volador bailando al ritmo de los sones usando instrumentos clásicos de flauta y tamborcillo hacían de Poza Rica una atracción que hace olvidar el modernismo o cosmopolita que buscaba en su concurrencia organizado otro tipo de oferta comercial en torno a las antiguas casas de madera que sellaban la imagen de la Colonia Obrera.



Después de la expropiación más de veinte mil tampiqueños hicieron de Poza Rica su segunda patria. En partes equitativas primero por el ciclón Hilda en 1955 y los otros fueron los llamados “Marcianos”, quienes muy temprano hacían presencia en la esquina formada por las calles Dos Norte y la Seis Poniente en espera de la camioneta Van que diariamente trae desde el puerto Jaibo el periódico “El Sol de Tampico”, ocasión que los paisanos tienen para saludarse por la mañana de cada día; en contraste al entrar en función en 1948 el mercado Poza Rica el comercio buscó esa zona para el florecimiento de de este pero ya establecido.



Con el tiempo enfrente se estableció la agencia de periódicos y revistas “Bazán” de Don Ramón Bazán, en plena calle y junto al local dentro de la agencia llegaba antes del medio día un camión Torton, dentro del venían los principales rotativos y las revistas de la capital de país, de aquí se distribuyen en Poza Rica y la región, acción que duró muchos años, años después el joven voceador Esteban Santes que a pesar de su corta edad ya tenía tiempo y experiencia instaló su puesto de revistas y periódicos en esa esquina de las calles Dos Norte y la Seis de la colonia Obrera…



En el año de 1953 aparece la moderna construcción diseñada por el Arq. Arturo Landa y Cuevas, su dueño el Sr. Juan Kattas lo edificó para la tienda de servicio y venta de ropa de marca para damas y caballeros de toda edad, en la planta baja el resplandor de los cristales de sus grandes aparadores se convirtieron los grandes acaparadores de miles de miradas para seleccionar una prenda de vestir, de ahí se acuñó un comercial que remataba diciendo “En la Esquina que Domina”, sólo en Almacenes Kattas.



Las lindas mujeres de Poza Rica envueltas en saris, donde encontraban vestidos y telas como en la misma india, fue dentro del mercado, entre las calles Seis y Ocho Norte surgió una sui generis tienda de regalos “Pontevecchio”, espacio exclusivo para alegrar a las damas más exigentes de la sociedad pozarricense, se vendían desde cajitas musicales, como aquellas casitas de muñecas en latón importadas hasta un juego de té, también incluye sombreros, guantes de seda que denotaba el buen gusto y todo al último grito de la moda; en contraste la vida cotidiana de

esta esquina es una película que se rebobina diariamente: puestos de frutas de nueces, encantadores muñecos de peluche, los zascandiles con serpientes y el viejo truco de la bolita, turistas desorientados, los elotes, dulceros, pan, los rodeos y pemoles, las bolas de tamarindo y los variados volovanes.



El mercado informal se manifiesta con las famosas tineras que se extienden sobre las baquetas de ambas aceras en todo lo largo de la calle Dos Norte, particulares mujeres que a cada instante burlaban a las autoridades con su tipo de mercadeo, convirtiendo la jornada en un tianguis citadino la céntrica rúa, mientras otros pasan ofrecen su mercancía y continúan: los billeteros de lotería, el turrón, las donas, la venta de perrito de pedigrí y en algún tiempo los que vendían los vales para gas y la canasta básica que disfrutaron como prestación los petroleros, todo dio y sigue dando una algarabía absoluta a la esquina que aun domina.



una cara feliz el pan chus relleno de Si en la mañana se engancha en la calle Dos, era una pausa obligada para ocupar una mesa en los antiguos restaurantes de chinos como “El Oriente” o “Tampico”, en unos minutos nuestra cara se ponía feliz al ver la espuma humeante que brotaba después de depositar la leche hirviendo sobre la escencia del café, dentro de un grueso vaso de vidrio, en seguida, no se pensaba mucho para pedir de entre de una gran variedad de pan, una rebanada de pay de piña o de manjar de leche con pasas, pero para poner una cara feliz el pan chus relleno de manjar, este llenaba el paladar más exigente, pero para los clásico eran los bísquets calientitos con mantequilla.



Los comensales se dan vuelo con un Buffet base de pan caliente, bísquets con mantequilla acompañados con café caliente y las famosas gorditas de harina dulce o una variedad de tortas son ofrecidas en al antiguo “Café El Mante”, Pero el mejor platillo es el Consomé de pollo acompañado de verduras para restaurar la energía después de una noche de juerga, la milanesa encebollada y picante, las tortas en telera de pierna de puerco, huevo con varias combinaciones y sus ricas papas con salsa cátsup, mayonesa y mostaza.



Las mujeres encontraban un inigual paraíso de zapatos, bolsos y sandalias muy oportunas para nuestra temperatura en las múltiples zapaterías en el entorno de esta esquina, “La Lina” del eminente comerciante Arturo Navarro Portes, que fue la pionera en la zona, después Zapatería Canadá y Domit entre otras que llegaron después.



Para probar un auténtico postre regional se esperaba al camotero, las pepitorias, espolvoreadas con ajonjolí, los pirulís, la nieve de fruta natural donde lo difícil era elegir uno de sus varios sabores, de afín forma al paletero que hasta se hacía fila con espera de varios minutos, el "bicicletero" para disfrutar de un coco con agua fría para después comer la deliciosa pulpa con limón y chile seco, golosinas de la época de calor, obligaba al raspero a probar suerte como lo hacen los vendedores de aguas frías, entre mezclados y a todo pulmón gritaban los carretoneros ¡golpe avisa!, para unos es una satisfacción aun esperar al pajarero de la buena suerte, dentro de una pequeña jaula decorada un canario con el pico saca un pequeño sobre, dentro el mensaje del deseo, cosas de la cábala; en la actualidad tomó su lugar la constante oferta que penetra en los oídos y se va uno tarareando, cuatro hilas cinco pesos.



Frente de la esquina, en los nuevos locales comerciales del mercado, aquellos souvenirs con historia años atrás estaban en “Foto y Revelado Joselito”, del buen amigo y promotor deportivo, Don Rodolfo López Barrientos, al dar oportunidad que nuestros andar se incorporara al túnel del tiempo, al ver en aquellos aparadores de imágenes postales que se acostumbraba a remitir a los amigos y familiares lejanos; junto a él, Don Darío Huerta Martínez con su negocio de Electrónica “Radio Centro”, donde se compran los viejos bulbos para radios y consolas así como las antiguas agujas para los tocadiscos y los acetatos de 45 y 33 rpm.



En la banqueta de la calle Seis Poniente, tímido sobre un paño un señor cada fin de semana como un museo o tiendas vintage, expone en perfil de abanico viejos billetes de antaño junto a las monedas acuñadas desde la revolución, con augurio expone a la venta esta nada despreciable colección y arranca una grata evocación a los tiempos idos, colinda con un antiguo reparador de quitasol y sombrillas, oficio que no desentona en nada con su vecino; muy elocuente empieza a promover su producto cura todo, su voz irrumpe en el bullicio expresando, pásele, pásele, para callos, unas enterradas, ojos de pescado tenemos siclopalito con ketoconazol crema, con una untada su problema terminó, hoy tenemos esta oferta por tan sólo veinticinco pesos se lleva dos frascos, ¡ya no sufra, úntese siclopalito!.



Así, lo que años atrás fueron paredes escarapeladas o muros con programas de papel impresos de antiguos promocionales de box, circos, lucha libre y eventos en general, algunas fachadas de ladrillo y otros de colores desteñidos que sirvieron de fondo al arte callejero y, a los graffiteros de otros lugares que hacen popular su arte sobre cartulinas para después poner a la venta, así ha sido la esquina creada por la aristas de las calles Dos Norte y Seis oriente, arteria principal de la Colonia Obrera y centro de Poza Rica.



En esta última década el congestionamiento vehicular en Poza Rica ha llegado a indicadores sin precedente en su historia, este es tal que su efecto afecta la salud social, la economía y la productividad la en el centro de esta metrópoli, hay mucha gente que por su labor debe caminar a diario por las calles de la Colonia Obrera donde absorbe una cantidad de contaminantes igual a fumar varios cigarros, sólo que el problema no nada más es la disminución en su salud física y emocional, si no a la pérdida excesiva de tiempo, afectan las percepciones económicas de los que tienen la necesidad de cruzar el casco de la ciudad.



Pero el número de autos sigue creciendo a tasas más aceleradas que las de la población, con la introducción de miles de nuevas unidades al año en la ciudad, lo que agudiza el tráfico creciente creando daño psicológico debido a las emisiones contaminantes de los vehículos, que trae otro problema, la carga de estrés en los usuarios del centro de Poza Rica, problema del que no se ve una solución de raíz y los encantos del pasado de estas calles pasa en la actualidad desapercibidos, la gente deambula a gran prisa como en otras urbes del mundo, pero aquí hay que sortear miles de taxis en unas cuantas cuadras, desquiciando desorbitadamente “La Esquina que Domina”

José Luis Ridriguez Badillo
http://www.porlasendadelrecuerdo.com.mx/

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